Querida musa: somos un manto de hojas crujientes amarillas

Querida musa:

No sé cómo escribirte el editorial de este mes, cargado de nostalgia otoñal, con la playlist de la Britney sonando de fondo. Así soy yo: un ente híbrido que se mueve entre la cúspide acústica de la obra de Austin Farwell y el meneíto de caderas de la Princesa del Pop.  

Pero es que esta mañana me había levantado con todas las ganas del mundo de postrarme ante la añoranza de los árboles desnudos y el chocolate caliente y, de repente, mi Spotify (que funciona de un modo tan aleatorio como mi estado de ánimo) ha decidido recordarme la música de mis veranos mozos (a lo Regina George, chati).

Y ¿cómo escribir de la lluvia alojándose al otro lado del cristal si yo ahora solo puedo pensar en dramatizar «Obsesión», de Aventura ft. Judy Santos, subida a una de esas tarimas de mala muerte que me arrojaban a la locura en la Nuit?

(Ay, pájara, ya sabes de lo que hablo…)

Lo cierto es que podría haberme guardado el teclado para otro momento, pero me ha parecido una idea fantástica relacionar la música caduca de nuestra juventud con la alfombra de ocres que se extiende bajo nuestros pies cuando salimos a la calle.

Piénsalo…

A ambos se les ha pasado su momento de máximo esplendor, pero sus texturas siempre nos calientan y alumbran el corazón. ¿Y no va de eso, precisamente, la nostalgia otoñal?

«Se puede estar sobre una misma cama

y ser seres extraños…

Es extraño.

¿Yo me extraño?

El coro de árboles que me observa tras mi ventana

me da la hora y me insta:

otra estación que esta flor de varias lunas

no va a medrar».

Fragmento de La mujer que brota

Siempre he sido muy fan del otoño y no solo porque me encante la gradación de sus marrones. Me va eso de recrearme en los recuerdos y emocionarme con sus aromas. Lo que pasa de moda nunca se pierde, permanece en nosotras a pesar del paso del tiempo. Como las hojas que se desprenden.

Sí, exactamente igual que las hojas que se desprenden.

Lo gracioso de todo esto es que estoy escribiendo estas líneas mientras escucho «Overprotected» de fondo y me siento de quince otra vez… ¿Quién ha dicho que noviembre solo está para las canciones mustias y hastías? Somos un manto de hojas crujientes amarillas.

Foto de portada por Daniel J. Schwarz en Unsplash

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